El peligro de deslizarse |
Leer | PROVERBIOS 14.15, 16
14 y 15 de julio de 2012
Una hermosa tarde, mi mejor amigo y yo encontramos un bote
abandonado flotando en el río. Tenía los remos rotos, pero eso no
pareció ser un impedimento para un par de adolescentes. Subimos al
bote, y nos dejamos llevar por la corriente. No estoy seguro de cuánto
tiempo pasó mientras estuvimos flotando a la deriva, pero supimos que
estábamos en problemas cuando oímos un estruendo. Más adelante el agua
se precipitaba sobre una represa. Aterrorizados, echamos mano de los
remos rotos y nos pusimos a remar con fuerza contra la corriente. Nos
las arreglamos para llegar bien cerca de la orilla, y saltamos, pero el
bote cayó en la represa. Lo que comenzó como una diversión sencilla
terminó casi en una tragedia.
Eso es exactamente lo que sucede con muchas personas hoy. Lo que
comienza como una diversión, termina en un naufragio porque las personas
se dejan llevar por la corriente, sin pensar antes o darse cuenta de
que se están alejando de la seguridad que ofrece el plan de Dios. Según
la actitud prevaleciente en la sociedad moderna, Dios no hace falta
mientras la corriente esté tranquila. En otras palabras, cuando hay
buenos ingresos, la familia está libre de riesgos y la salud es
estable, ir con la corriente parece bien. Pero, en realidad, una
persona a la deriva está siendo arrastrada a corrientes contrarias a
Cristo y la iglesia.
El pasaje de hoy enseña que el sabio ve el futuro, y evita el
desastre. Dicho de otra manera: Dejarse llevar por la corriente es una
insensatez. En muchos aspectos de la vida —matrimonio, familia,
finanzas, etc.— necesitamos tener un plan de navegación claro para
tener éxito (Pr 3.6).
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